lunes, 12 de abril de 2010

A lo que pueden llegar con tal de…


Resulta que en Francia, en 1937, un campesino encontró una estatua de mármol de 1.50 m de altura. Imagínate lo que habrá pensado al ver semejante cosa en medio de sus terrenos, pero, sobre todo, porque la pieza, que se veia muy antigua, era de una mujer semidesnuda a la que le faltaba un brazo y la nariz. Este hombre avisó al departamento de cultura, rápidamente los especialistas hicieron las pruebas pertinentes, concluyeron que la pieza era galorromana y, como había sido encontrada en un campo de nabos, la nombraron como La Venus de los nabos. Cuando fue el hallazgo fue publicado en los periódicos, Francesco Cremonesi se presentó a declarar que la obra era suya y que todo era un vil mentira, que la modelo era un campesina de 35 años, que él mismo había quebrado el brazo y la nariz y que le había aplicado ciertos tintes para hacerla parecer antigua, sólo por el gusto de engañar a los supuestos eruditos. Como era de esperarse, nadie le creyó (es que luego inventan cada historia…) y, al ver que nadie le prestaba atención, llevó el brazo que le había roto a la escultura y así pudo comprobar que hasta los expertos meten la pata. ¡Que aventado!

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